sábado, 16 de julio de 2011

Y claro la voluntad de poder, ese deseo de diseccionarlo todo para entenderlo todo, de dominar las cosas entendiéndolas, pero si, uno nunca entiende las cosas realmente, uno juega, como dice mi hermana Kari: "es el proceso", uno entonces no entiende sino que "vive el proceso de intentar entenderlas". Hace un rato pensaba que no me gustan los filósofos, por ejemplo he oído mucho de Deleuze o Foucault, Derrida también, me parecen atractivos, y tal ves lo sean, pero están muertos y me gusta leer a la gente viva, leer los textos de la gente viva y que conozco, bueno, a menos que sean narraciones porque las narraciones casi siempre están vivas. Quizás exista una opción, y sea la de leer sus biografías, así me interesarían mas, si claro, o leerlos por otra gente, pero no por ellos mismos. Y es que lo que pasa es que cuando uno se pasa al nihilismo, al hincha-pelotas y farsante "vacío", uno no cree en las palabras, ni ideas, pero si cree en ellas por otra gente, por esta gente viva, claro que los leeré pero por otros, por un contexto quizás donde cobran valor, pero en si mismos me son irrelevantes, sus ideas cobran sentido para entender al otro, o por lo menos vivir ese proceso, son como las herramientas para hacerlo, nunca absolutas y tampoco tan preciadas.

Me gusta si, el haber vivido mis propios procesos, nunca tan bien, las cosas al fin y al cabo nunca son como deberían ser, pero son, y así está bien también. Al final los he vivido como he querido, como muchos quizá, ¿que proyecto de mi mismo?, ¿que proceso de mi mismo podría desarrollar si ando preocupado de terminar etapas en determinado momento?. Me siento subversivo, y claro los auto denominados subversivos dirán que no quizá, que no lo soy, pero es porque andan preocupados en una parte de si, de agradar siempre a alguien o algo, y claro uno también, pero menos creo...

yo también aprendí a mentir, pero no a mentirme, para salvarme de este manicomio...

2 comentarios:

  1. No hay que cerrarse a leer sólo la vida, la muerte también tiene mucha vida que entregar. Te recomiendo las décimas de Violeta Parra, que son una autobiografía en verso, retrato de una época y de una mujeraza.

    Anque también están l@s later@s que se llenan la boca con Foucault, Deleuze u otros shuper lokos e interesantísimos exponentes del conocimiento humano. Si se leen con pasión está bien, como cualquier cosa que se haga pero de verdad, parte del proceso propio quizás.

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