martes, 5 de julio de 2011

Sin titulo

Edgardo estaba sentado junto al fuego mascando coca y escupiéndola en una vasija que yacía a sus pies, leía un libro que jamás había podido terminar:


...pagina 12...

El caminante embrutecido por tantas cosas diferentes, le volvió su espalda a su sombra, pero ésta nunca desapareció, por el contrario estaba allí para un día o una noche despertar haciéndole ver que la vida no era solo caminar. ¡que terrible angustia se siente cuando se despierta una parte de uno antes oculta!.
Finalmente el caminante dejaría de serlo, se convertiría en otra cosa a la que tendría que acostumbrarse, tal ves un chofer o un artista ya no lo sabría caminando. Se sentó en la última silla del último rincón de un bar nauseabundo, y triste, con un shopp en la mano, esperando cualquier cosa, y no pasó nada...


Edgardo dejó de lado el libro que leía, nunca lo entendió, parecía estar escrito enteramente de metáforas, nunca llegaba a algo concreto, pensaba si es que debía desistir, jamás se había rendido con un libro. Con las otras cosas de la vida era diferente, siempre rindiéndose, se refugiaba en los lbros como un chef se refugia en su comida, como una modelo en su "belleza", como un cura en sus creencias. Para él los libros eran su salida del mundo, de si mismo, de sus obscuridades. Pero a partir de ahí vivía, conocía gente, se enamoraba por lo libros.

Salió a tomar el aire contaminado de su ciudad enfermiza, a ver si se le aclaraba la mente, algo le turbaba de sobremanera.

Pensaba como casi siempre se piensa, caoticamente: ¿sombras? ¿que son las sombras? aquello donde no llega la luz, siempre debe haber sombras, como también luz...

Sacó mas coca y luego la escupió por el balcón hacía afuera, donde se hallaba.

¿Qué es este frío en el pecho?

Decidió volver cerca de su estufa, y se sentó, miró a su alrededor y se dio cuenta de que estaba solo, Corina su novia no había regresado, se preguntó si había elegido bien su camino, si ese libro que nunca había terminado quería decirle algo, o en su cabeza perdía el tiempo.

Pensaba: Después de todo, no se puede tener todo, ¿no? el camino que elijo solo es eso.

Su gato se acerco a él.

Pensaba Edgardo sobre su gato: Él no piensa en estas cosas, él vive tranquilo, será que tiene menos decisiones que tomar, será que ni siquiera tiene sombras.

Decidido, tomo el libro y lo terminó. Y sin embargo el libro lo termino a él también.
Era un buen libro si, pero no por su calidad literaria, ahora supo porque nunca lo había terminado, era como si el mismo libro estuviese hecho para no leer.

Al final del libro decía:

página 84
"...el caminante de tanto caminar se dio cuenta que no era lo suyo, como se da cuenta el soñador por un sueño que debe despertar, como el payaso por alguna payasada tarde o temprano que debe volver a la seriedad, cada camino se hace ver a si mismo como insuficiente y te abre otros, como un libro puede mostrarte que tal ves, solo aveces, es bueno cambiar.




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